Sonia Baptista y Cristina Carvalho son dos mujeres de armas tomar que han dedicado toda su vida profesional al trabajo de la pizarra. La primera es trabajadora en la empresa CAFERSA y, la segunda, en CUFICA. Ambas decidieron, al cumplir los 18 años, acercarse al mundo de la pizarra, y ambas recuerdan la dureza de aquellas primeras jornadas, allá por la década de los 80. “Ahora estoy embalando, pero empecé como cortadora”, cuenta Sonia, “me dieron esa responsabilidad pronto, pienso que porque soy una persona muy activa y comprometida”.

Sonia Baptista, embaladora en CAFERSA.
Con la misma determinación comenzó Cristina, portuguesa de origen, que tenía muy claro que al cumplir 18 vendría a España a trabajar en la pizarra por recomendación de unos familiares que también trabajaban en el sector en Valdeorras. “En aquella primera empresa me pusieron a embalar, y no conocía el producto; recuerdo que preguntaba mucho, porque quería hacerlo bien, y recibí muy buena formación”, explica. A los ocho meses, y a pesar de las dificultades iniciales “me hicieron fija, supongo que porque tenía mucha disposición y verdaderas ganas de trabajar”.
Tras su recorrido profesional, ambas están de acuerdo en que “en la nave, todos estamos a trabajar y a tirar del mismo carro”, cuenta Sonia, y nunca encontraron discriminación alguna por el hecho de ser mujeres en un mundo considerado mayoritariamente masculino. Incluso, la broma surge cuando les preguntas por los roles asignados tradicionalmente a las mujeres trabajadores de la pizarra, como son el de seleccionar el producto o embalarlo. “Y aún nos llaman el sexo débil”, dice Cristina entre risas, recordando los cerca de 1.200 kilos de peso que mueven cada día por palet.

Cristina Carvalho, en su línea de trabajo en CUFICA.
La presencia de la mujer en los diferentes estratos del sector pizarrero fue en aumento con el paso del tiempo. Hoy en día, dentro de las oficinas de las grandes empresas, las plantillas están incluso mayoritariamente formadas por mujeres, y cubren también, puestos de responsabilidad. Desde el equipo directivo de Cupa Group, el gigante pizarrero de la cuenca valdeorresa, la recientemente nombrada directora de ESG de la empresa, Belén Díaz, habla de “oportunidades de crecimiento profesional” y “promoción de las mujeres”, poniéndose a ella misma como ejemplo.
“En mi caso, no me sentí diferente por el hecho de ser mujer”, afirma, “siempre me he sentido igual que cualquier otra persona”, incluso ahora, siendo directiva, explica que “nada ha cambiado”, y continúa sintiéndose “una más”. Sin embargo, es consciente de que en la pizarra como en otros sectores, “siempre hubo más hombres que mujeres en puestos de dirección, aunque cada vez somos más en todos los sectores”, cuenta.

Belén Díaz, directora de ESG en CUPA Group.
Belén es de la opinión de que debería haber más mujeres trabajando para el sector, especialmente “en puestos de producción y manejo de maquinaria”, algo en lo que dice, “queda mucho por andar”. En este punto, están de acuerdo con ella, tanto Sonia como Cristina, pero en un análisis rápido de la realidad, explican que el problema es generacional. “Dicen que es duro este trabajo, pero es que el listón de lo que significa ser ‘duro’ está realmente bajo”, explica Sonia; “duro era con las condiciones de antes, sin garantías de seguridad, hoy en día todo está mucho más adaptado”, afirma Cristina.
A lo largo de su vida laboral, un año estuvo Cristina apartada de los palets de madera; Sonia estuvo dos. La primera quiso probar suerte en el mundo de la hostelería, y el negocio propio que puso en marcha, aunque le robaba mucho tiempo con sus hijos pequeños, funcionó. La segunda, se dedicó a la limpieza industrial, una faceta que le gustaba desempeñar. Pero finalmente, ambas volvieron a la pizarra, “porque engancha” defiende Cristina, y como cuenta Sonia, “porque las condiciones laborales te permiten vivir bien y hacer algo más que trabajar”.
Para todas ellas, Sonia, Cristina y Belén, la pizarra ha sido su forma de vida a lo largo de toda su carrera profesional, y por el entusiasmo de sus palabras, continuará siéndolo. La suerte, la tiene el sector de contar con ellas, que dieron el primer paso para pisar estereotipos de género, entrando por la puerta grande de un mundo que hoy es un poco más femenino, gracias a su trabajo.